Reubicar
el sujeto político del ecofeminismo crítico entre el ecologismo
social y el transfeminismo, para darle una vuelta de tuerca a los
derechos ecológicos, sexo-afectivos, reproductivos y
socio-culturales.
Una propuesta ecofeminista transfronteriza deberá ser capaz de evidenciar las interacciones e implicaciones sistémicas del feminicidio, el genocidio y el etnocidio, así como reconceptualizar interdisciplinar y cooperativamente los resortes del patriarcado capitalista. Generar nuevas sinergias que aborden las implicaciones de la LGTBfobia, el racismo institucional y la xenofobia; en relación, por ejemplo, a las realidades diversas y globales de las personas desplazadas, refugiadas y asiladas. En definitiva, caminar hacia un paradigma sociocrítico que evite los nichos hiperidentitarios (posmodernidad líquida) para superar las binarias trincheras ideológicas esencialistas (ej. revisar políticas identitarias y de inclusión de las diversidades). Para ello es preciso visibilizar el biopoder de las teorías recolonizadoras que son, en su esencia, eurocéntricas (y eurocentristas), globalizadoras, homogeneizantes y positivistas.
Lo
que se pretende con este planteamiento es lanzar una crítica
constructivista a los análisis ecofeministas y transfeministas de
las realidades, generalmente disociadas entre sí, para hacerlos
confluir en una propuesta de emancipación y vertebración de
espacios globales comunes, ecosostenibles y antipatriarcales, a
través de la repolitización del concepto de soberanía, asignándolo
a los cuerpos, a las minorías sociopolíticas y a los pueblos. Se
trata de abordar la construcción del sujeto sexuado, de los roles y
de las expectativas de género desde una óptica mucho más completa,
que abarque no sólo la identidad propia y colectiva del individuo,
sino también aquellos procesos socio-culturales y políticos de su
entorno. Este
cambio de paradigma implica repolitizar, desde una visión
antropológica, económica y sociológica, las identidades
afectivo-sexuales; repensar los paradigmas y discursos para enmarcar
políticamente los feminismos y los ecologismos dentro de los
procesos de emancipación social y popular. Reconciliar para avanzar,
reconstituir para vertebrar.
El
ecofeminismo transfronterizo tiene en cuenta el solapamiento de
varios procesos constituyentes de emancipación colectiva (cuerpos,
minorías sociopolíticas, comunidades, pueblos, etc.)
Es
sumamente importante que se profundicen los vasos comunicantes entre
el conocimiento académico y los conocimientos/saberes populares y
ancestrales. Sobre todo, a medio plazo, sería interesante que
proliferasen y se democratizasen los espacios de participación
política para todos los actores sociales que aportan a la
construcción de las identidades individuales, colectivas y
populares. Dentro
de este empoderamiento, desde lo local y la frontera de la academia,
es crucial que las minorías sociopolíticas en los contextos locales
accedan a niveles dignos de bienestar, equidad y calidad de vida.
Garantizar la construcción del sujeto sexuado, en un entorno libre
de los roles sexistas y de las expectativas de género. Innovar
mediante la implementación de agendas basadas en las micropolíticas
de lo cotidiano, la autogestión, el cooperativismo, la educación
emancipatoria, el apoyo mutuo, la sostenibilidad de la vida y los
cuidados, etc.
Redimensionar
las políticas de inclusión/exclusión, las realidades de
la otredad y
el postcolonialismo, el concepto de ciudadanía, la dimensión de los
servicios públicos, la ética de los cuidados, etc. Para ello es
necesario una reconcili/acción desde un ecofeminismo crítico con
las cosmovisiones locales, las memorias populares, la puesta en valor
de las capacidades de los pueblos y los conocimientos de los entornos
rurales. Entender
la territorialidad como un espacio de lucha habitable en (y desde) el
que aprender a convivir con nosotros y nosotras mismas, y con aquello
que nos rodea, teniendo muy en cuenta la manera en la que nos
relacionamos con él a través de la alimentación, los cuidados y la
convivencia con el patrimonio ecológico y cultural, así como la
gestión de los ciclos temporales, desde una perspectiva que tenga en
cuenta las herramientas que nos ofrece el territorio a través del
arraigo local; replantear los procesos identitarios del yo
individual/colectivo, cuyas emociones estén ligadas a la ética
cuidadana,
feminista, ecologista y transfronteriza. Hablar
de un yo individual/colectivo surgido de los territorios, es entender
el sujeto político como perteneciente a un ámbito en el que se
constituye como persona. Es ahí donde debe actuar el ecofeminismo
transfronterizo, de manera que influya en los procesos globales para
destruir el régimen heterofalopatriarcal y ecocida: enemigo de las
afectividades, de las sexualidades y de los territorios.
Fuente: Pikara Magazine