lunes, 27 de octubre de 2014

"Cuando la diáspora puede ser trinchera"

Orgasmos libres en cuerpos soberanos; pueblos libres en territorios descolonizados…
Tribu, manada, colectivo, comunidad;
conjuntos de múltiples territorios; entrelazada multiplicidad.
Flujos, lagos, eyaculaciones, mares;
devenires de sucesivas entrañas; aguas bravas de resistencia.
Lema, orgasmo, conjuro, gemido;
himnos cantados de no asimilación; panfletos efímeros de existencia.
Pliegues, pelos, montes, michelines;
cordilleras identitarias que asemejan barricadas; cuerpo-territorio contra la intransigencia.

Somos el azote de los exilios desde el sexilio…
Somos manada LGTBIQ de las ruralidades que negáis.
Estamos endoculturizad*s por las lenguas que arrasáis.
Sentimos, expresamos, follamos y gemimos en clave antropológica.
Sabemos de dónde venimos, de dónde nos echásteis, del hogar compartido.
Volveremos a nuestros aldeas para generar emancipaciones transmaribibolleras.
Nos eregimos con cuerpos-cortocircuito; con identidades de trinchera.
Por eso seremos antídoto contra amnesias, globalismos y etnocidios.
Siempre estaremos articulando barricadas étnico-sexuales; símbolos redimensionados.

Soberanías, Autodeterminaciones, In(ter)dependencias...
Somos hij*s del ecofeminismo campesino, de saberes ancestrales.
No aceptamos la emigración como destino ni la urbe como estilo.
Nuestra pluma no es eurocéntrica; late con los pueblos del Sur global.
No acreditamos en el desarraigo forzoso como paradigma de la libertad.
Nos rebelamos contra todo (s)exilio y desestructuración inducida.
Chueca no es nuestro Olimpo; el homocentrismo no es nuestra meta.
Nuestro “ambiente” es el ecosistema que añoramos, espacios que aspiramos a articular.
Por ello no apostamos por individualismos que nieguen apoyo mutuo y comunitarismo.

Nuestro Orgullo; identidad fragmentada entre lo nacional-popular y lo afectivo-sexual...
Rompemos armarios arraigad*s desde una óptica postcolonial.
Concebimos la liberación como praxis integral que armonice cuerpo, sujeto y territorio.
Somos soberanistas en lo agroalimentario, lo ecológico y lo socioeconómico.
Nos sentimos transfeministas pero ajen*s a las cloacas postmodernas de la no-identidad.
No acotamos nuestras ganas de emanciparnos a siglas, roles o alienaciones.
Razón, sentimiento y emoción; conjuntos entrelazados en mil fronteras.
Nodos complejos que resisten a dinámicas asimilacionistas y cosificadoras.
Sabemos que el colonialismo semienta multitud fragmentada para recoger miserias.

Despatriarcalizar aldeas y parroquias para articular el retorno feminista…
Nuestras sexualidades son místicas, atlánticas, paganas, tribales y célticas.
Atronamos con aturuxos atronadores en la algarabía del encuentro.
Amamos en gallego, nombramos con gheada, escribimos en reintegra.
Nos redimensionamos con historias de brujas paganas y mitologías recreadas.
Somos (r)existencias gallegas desde etnicidades constructivistas; posibilidades en código abierto.
(Re)construcción afectiva, internacionalista; mimo compartido, pueblos originarios.
Diosas, druidesas, ninfas y meigas; memoria viva entre equinocios.

Anclad*s en lo antropológico, ubicad*s en lo nacional…
Sólo entendemos nuestra libertad antipatriarcal si está inmersa en la descolonialidad.
El sexilio impuesto por la metrópoli no puede alejarnos de nuestros pueblos.
Siempre planteamos el retorno para despatriarcalizar nuestros territorios.
Convencid*s de la soberanía plena y del derecho a decidir de todas las Matrias.
Nuestra meta es regresar para rehabitar; cultivar ecofeminismo de base.
Más allá de que se nieguen nuestras etnicidades y cosmovisiones locales.
En el Norte global también se sufre el yugo milenario de Patriarcados coloniales.
Nos negamos a ser colonias sin derecho a decidir; países reducidos a regiones tuteladas.

Viva el flujo, el margen y el intersticio!
Viva el arco iris sobre un horizonte de pana, lino y espeso verdor!

*Ángel Amaro