domingo, 3 de mayo de 2015

"2012-2015: el trienio oscuro para la prevención de la violencia de género intrajuvenil (VGI)"


Ángel Amaro

El compromiso institucional con la prevención de la violencia de género debería ser un asunto de estado. Una pieda angular en torno a la que se fuesen acumulando experiencias institucionales, buenas prácticas, saberes contrastados y sucesivos avances legislativos. La lucha contra esta lacra patriarcal lo requiere: unidad de acción, democratización del Estado y avance de la agenda coeducativa. 

Más allá de diversidades ideológicas, matices puntuales o tendencias políticas sería recomendable que en cuestiones relativas a los derechos humanos hubiese el mayor consenso posible, pero claro, la situación tardofranquista del Estado español aún hace muy utópico este escenario democrático de mínimos. No contamos al final con una Transición en clave feminista que fuese capaz de democratizar tódolos espacios de la vida pública y social. Y como dice el refranero 'de aquellos polvos, estos lodos': ausencia de laicismo, incremento de los populismos de derechas, auge del fascismo social, influencia mediática de 'grupos antivida', etc. En esta coyuntura de involución la agenda coeducativa y las políticas de igualdad se han ido mermando en la programación e implementación de nuevos ejes de acción contra las Violencias basadas en el género (VBG). No podemos olvidar un hecho simbólico de enorme transcendecia discursiva. El 27 de diciembre de 2011 la ex-ministra Ana Mato afirmó en una entrevista para Cadena Ser: "da igual el nombre, lo importante no es el nombre, al final es un asesinato y nosotros queremos en este ministerio tolerancia cero frente a todo tipo de actuación contra cualquier mujer o persona". Con estas declaraciones institucionales echa por tierra décadas de trabajo acumulado desde los activismos feministas que siempre han puesto el foco en la necesidad de 'nombrar y nombrar adecuadamente'. Para la ex-ministra daba igual decir violencia doméstica, violencia familiar o violencia machista; vamos, todo un despropósito discursivo que ha empapado (y aún lo hace) todas las acciones ministeriales de este gobierno de derechas.



No podemos olvidar que durante este cuatrienio oscurantista la financiación específica para campañas y estrategias se redujo considerablemente. Un duro golpe que se tradujo en un 71% menos de presupuesto del gobierno central para realizar campañas contra la violencia de género. En 2012 Marta González (portavoz del PP en la Comisión de Sanidad y Servicios Sociales del Congreso de los Diputados) afirmó que: "la intención del Gobierno es reutilizar campañas ya existentes cuyo mensaje sigue de actualidad, con lo que se conseguirá un ahorro de gastos". En esta línea de austericidio patriarcal se encamina el portazo que en 2014 la mayoría absoluta del PP dió a una Proposición no de ley sobre "la financiación a las CC.AA. para que puedan realizar campañas informativas contra el ciberacoso, así como cursos a profesoras/es sobre el uso y riesgos de las redes sociales". 
¿A qué se refiere el ejecutivo central con esto de reutilizar campañas? ¿Se piensan que con decir "no a la violencia" ya se hace sensibilización? ¿Intentan aplicar genéricos con efecto placebo para toda la ciudadanía diversa? ¿Qué tipo de estrategias sensibilizadoras diversas se han ido diseñando entendiendo la diversidad de géneros, edades, sexualidades, etnias, procedencias, etc.? Pues nada, desde 2012 se reitera el mismo slogan generalista que se empleaba en los 80: "Hay salida". El mismo gobierno que recorta en políticas de Dependencia, elimina Educación para la Ciudadanía, agudiza la feminización de la pobreza, estructuraliza la Crisis de los Cuidados...  lleva 3 años con el slogan genérico "Hay salida". 
Es dificil que un gobierno de derechas (que obviamente no es feminista) entienda que el diseño de políticas activas de prevención y sensibilización precisan de financiación pública, compromiso político, agendas transformadoras y co-coordinación con diversos agentes, asociaciones, plataformas, etc. Está claro que el Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad en cuestiones de sensibilización ha apostado más por delegar en empresas privadas -como Mediaset- gran parte de las acciones estratégicas y mediáticas. Lejos quedan campañas ambiciosas e institucionales como 'Saca Tarjeta Roja al Maltratador' (2010) o 'No te saltes las señales. Elige vivir' (2011). Sin ser estrategias sensibilizadoras ideales, sí que supusieron un avance considerable en la manera de abordar el lenguaje, la iconografía y la disposición de discursos, etc.
Será 2012 el año en el que la campaña 'Hay salida' salte a los medios generando cierta expectativa puesto que contaba con famosos como Mario Casas. Se intuía cierto intento por conectar con la población adolescente y juvenil. Pero claro, el lenguaje y el discurso empleado no suponía grandes avances en la evolución de las campañas ministeriales. En este sentido, 2014 y 2015 serán dos años en los que -con ligeras modificaciones- se haga patente este intento por 'reutilizar' diseños, marcos y contextos interpretativos. La ligera mejora es que se visibilizan chicas jóvenes haciendo puestas en común e interpretando situaciones y escenas de violencia de género. A priori no aparecen personas adultas en el marco visual, pero sí en el narrativo y discursivo (voz en off, referencias, interlocutoras, etc.) En un principio se entiende que se trata de realizar una campaña específica contra la violencia de género intrajuvenil, pero las supuestas buenas intenciones se quedan en errores graves. Paso a detallar algunas de las lagunas e ideologías subyacentes:

1-Adultocracia

La frase principal del spot de 2014 es: '¿Mamá? Quiero contarte una cosa. Si tu chico te trata así cuéntalo'. No se realiza directamente la llamada al 016 ya que el mensaje subliminal es que la madre (figura adulta) es depositaria del relato, la confesión o la declaración de su hija. Esta óptica gerontocrática no desprende la intencionalidad de empoderar a la juventud. Transmite un mensaje de tutorización, revictimización y monitorización. Además, lleva a mensajes erróneos y a la generación de expectativas a veces frustrantes. Se presupone que todas las jóvenes tienen una buena relación con su madre (una realidad intergeneracional que no siempre se da) o se presupone que tienen madre (huérfanas, hijas de familias homoparentales con dos papás, monoparentales con un papá, etc.)




2-Familiarismo

Pasamos ahora al spot del 2015. La escena principal transcurre dentro de una habitación muy acomodada de un hogar que se intuye de clase media alta. No se refleja una realidad habitual intercultural, de barrios e interclasista. La iconografía es muy homogénea y ubica la escena de violencia de género intrajuvenil en ámbitos poco comunes para el conjunto diverso de la población adolescente (pocas jóvenes se identificarán con esta estructura narrativa y discursiva tan monocromática).


Se reitera de nuevo la ideología familiarista de 'confiar, confesar y acudir' a la familia como recurso principal para resolver el problema. Claro que es recomendable que la familia esté al tanto y acompañe; pero el familiarismo es la ideología patriarcal que sólo plantea una única alternativa. La amiga no le plantea como primera opción el llamar al 016 o acudir a profesionales. Es más, ni siquiera le pregunta si la relación con su familia es buena o si estima conveniente decírselo a sus madres/padres/tutor*s. Simplemente se sentencia el leimotiv: 'Corta con él. Y confía en tu familia. Yo lo hice. Se lo conté a mi madre y juntas llamamos al 016'. Esta lógica heteronuclear es la misma que infantiliza y asexualiza a las jóvenes de 16-18 años y pretende limitarles el derecho humano de la libertad sexual y reproductiva.