Ángel Amaro (2012)
En
noviembre de 2012 el Tribunal Constitucional avaló la modificación
del código civil (30/06/2005) que permite el matrimonio entre
personas del mismo sexo. Se pone fin a siete años de incertidumbre
legal y tensión política, una etapa marcada por un recurso
patriarcal puesto por el PP y por la incapacidad de los dos grandes
partidos para renovar la composición del Tribunal Constitucional y
desbloquear la inacción que tenía en estos años.
Estamos
ante una gran conquista legal para las personas LGTBI que, sin duda
alguna, no supone el fin de la lucha por una igualdad legal y una
igualdad real que lejos está de alcanzarse. Y es que las leyes
siempre llegan tarde y mal, reconocen obviedades sociales asumidas
por la colectividad cuando ésta ya acepta y tolera realidades
cotidianas y diversas. En el caso del matrimonio igualitario (que no
“homosexual”, ya que las uniones son entre personas del mismo
sexo, que no entrepersonas homosexuales siempre) el Tribunal
Constitucional no se ha mostrado “proLGTBI” sino que ha
reconocido una diversidad familiar y una afectivo-sexual asumida y
aceptada por la sociedad.
En
la actualidad podríamos caer en el gran error de bendecir/blindar la
Constitución actual como la garante de los derechos LGTBI o
reconocerle al Tribunal Constitucional un supuesto papel
“LGTBfriendly” por el hecho de corroborar que “el agua moja”.
La Constitución no es mas igualitaria ni mas feminista por el hecho
de que el recurso del PP no haya sido corroborado (los derechos
sexuales y reproductivos - entre ellos el derecho a decidir de las
mujeres - no están reconocidos como derechos fundamentales).
Para
muchos movimientos sociales y colectivos del estado español la
Constitución está actualmente en entredicho, tambalea y hace aguas
tanto por el proceso constituyente en el que se desarrolló
(restauración borbónica y pánico generalizado a un golpe de
estado) como por la composición misma de la Carta Magna que deja en
papel mojado derechos humanos fundamentales (vivienda, salud,
derechos sexuales y reproductivos, educación, etc.) y permite
arbitrariedades a la hora de reformar partes de la Constitución
relativas al déficit y la economía del estado.
La
izquierda alternativa, el feminismo, el movimiento LGTBIQ, el
ecologismo, el movimiento laico, etc. bien podrían aunar fuerzas
para poner encima de la mesa la necesidad de abrir una nueva etapa
histórica para sentar las bases de un nuevo proceso constituyente y
propiciar un contexto legal mas ambicioso que supere este Régimen y
la restauración borbónica. Una etapa sociopolítica ambiciosa
protagonizada por los agentes sociales, culturales y políticos.
En
lo referente al matrimonio igualitario hay activistas y militantes
que somos conscientes de que se ha cerrado un ciclo de reivindicación
igualitaria que se ha centrado en una conquista legal: el matrimonio
igualitario. Estuvo muy bien sumar sinergias en relación al
matrimonio igualitario pero ahora es tiempo de coger nuevos impulsos,
reconquistar espacios, sumar con otros movimientos sociales, renovar
militancia, actualizar agendas, ampliar horizontes y renovar
discursos.
Luchar
a corto plazo por el derecho al matrimonio nos ha concienciado sobre
la necesidad de trabajar a largo plazo por la abolición de la
institución del matrimonio como elemento patriarcal y capitalista
que se convierte en el resorte del sistema racializado, binarista,
clasista y eurocéntrico.
Un
futuro a largo plazo que algunos ya nombran como la “etapa
postmatrimonio”, una nueva etapa de reflexión, debate y ubicación
histórica que supone un gran reto para el movimiento LGTBIQ
(recuperar la memoria histórica y sentar las bases para otra nueva
hoja de ruta). Un nuevo ciclo social en el que habrá que compartir
indignaciones, replantear metas y tender puentes con otros
movimientos sociales afines para reconfigurar los medios de lucha y
reivindicación, así como debatir sobre la necesidad de abrir un
proceso constituyente y repolitizar el movimiento LGTBIQ.
Con
el matrimonio igualitario encima de la mesa se abre una nueva etapa
de ilusión, indignación y compromiso; un nuevo camino para
compartir y plantear alternativas, proponer acciones. Una nueva etapa
en la que, con la mente en la deconstrucción de la institución del
matrimonio y su desmitificación, no podemos olvidar que el derecho
al matrimonio no es equivalente al derecho de poder ejercerlo. Las
condiciones sociales, culturales y demográficos de muchos pueblos y
regiones del estado español dejan en papel mojado el derecho al
matrimonio igualitario. Una cosa es tener pareja y querer casarse, y
otra muy distinta es tener las condiciones contextuales necesarias
para poder casarse y seguir residiendo dónde unx quiere. No hay un
perfil de pareja LGTB homogénea para todo el estado español
(urbanita, de clase media, etc). La realidad LGTBI en Galicia tiene
puntos en común con la del País Valenciano o la de Euskadi pero
también tiene muchas diferencias, (desiquilibrios territoriales
evidentes) y son estas diferencias las que nos deben motivar para
seguir a corto plazo reivindicando el derecho al matrimonio
igualitario.
En
esta nueva etapa “postmatrimonio” debemos sacar nuestra mirada de
Madrid, Catalunya y Valencia y ponerla en Cantrabria, Galicia o
Navarra. Ser solidarixs con personas LGTBI que residen en entornos
rurales para, una vez desarrollada al 100% la igualdad legal, poder
deconstruir todas juntas la institución del matrimonio en pie de
igualdad.
Teniendo
en cuenta que el matrimonio no es la panacea y que el estado español
es plurinacional podremos acercanos mejor a la realidad rural LGTBI y
dinamizar mejor el activismo LGTBIQ en aldeas y parroquias. Siendo
fraternxs y empáticxs con otros pueblos del estado español nos
daremos cuenta de que podemos deconstruir a largo plazo la
institución del matrimonio tanto en cuanto la igualdad legal a corto
plazo se haya desplegado al 100% por todo el territorio.
Publicado
en Kaos
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