miércoles, 2 de septiembre de 2015

¿La etapa “postmatrimonio”?

Ángel Amaro (2012)

En noviembre de 2012 el Tribunal Constitucional avaló la modificación del código civil (30/06/2005) que permite el matrimonio entre personas del mismo sexo. Se pone fin a siete años de incertidumbre legal y tensión política, una etapa marcada por un recurso patriarcal puesto por el PP y por la incapacidad de los dos grandes partidos para renovar la composición del Tribunal Constitucional y desbloquear la inacción que tenía en estos años.

Estamos ante una gran conquista legal para las personas LGTBI que, sin duda alguna, no supone el fin de la lucha por una igualdad legal y una igualdad real que lejos está de alcanzarse. Y es que las leyes siempre llegan tarde y mal, reconocen obviedades sociales asumidas por la colectividad cuando ésta ya acepta y tolera realidades cotidianas y diversas. En el caso del matrimonio igualitario (que no “homosexual”, ya que las uniones son entre personas del mismo sexo, que no entrepersonas homosexuales siempre) el Tribunal Constitucional no se ha mostrado “proLGTBI” sino que ha reconocido una diversidad familiar y una afectivo-sexual asumida y aceptada por la sociedad.

En la actualidad podríamos caer en el gran error de bendecir/blindar la Constitución actual como la garante de los derechos LGTBI o reconocerle al Tribunal Constitucional un supuesto papel “LGTBfriendly” por el hecho de corroborar que “el agua moja”. La Constitución no es mas igualitaria ni mas feminista por el hecho de que el recurso del PP no haya sido corroborado (los derechos sexuales y reproductivos - entre ellos el derecho a decidir de las mujeres - no están reconocidos como derechos fundamentales).

Para muchos movimientos sociales y colectivos del estado español la Constitución está actualmente en entredicho, tambalea y hace aguas tanto por el proceso constituyente en el que se desarrolló (restauración borbónica y pánico generalizado a un golpe de estado) como por la composición misma de la Carta Magna que deja en papel mojado derechos humanos fundamentales (vivienda, salud, derechos sexuales y reproductivos, educación, etc.) y permite arbitrariedades a la hora de reformar partes de la Constitución relativas al déficit y la economía del estado.

La izquierda alternativa, el feminismo, el movimiento LGTBIQ, el ecologismo, el movimiento laico, etc. bien podrían aunar fuerzas para poner encima de la mesa la necesidad de abrir una nueva etapa histórica para sentar las bases de un nuevo proceso constituyente y propiciar un contexto legal mas ambicioso que supere este Régimen y la restauración borbónica. Una etapa sociopolítica ambiciosa protagonizada por los agentes sociales, culturales y políticos.
En lo referente al matrimonio igualitario hay activistas y militantes que somos conscientes de que se ha cerrado un ciclo de reivindicación igualitaria que se ha centrado en una conquista legal: el matrimonio igualitario. Estuvo muy bien sumar sinergias en relación al matrimonio igualitario pero ahora es tiempo de coger nuevos impulsos, reconquistar espacios, sumar con otros movimientos sociales, renovar militancia, actualizar agendas, ampliar horizontes y renovar discursos.

Luchar a corto plazo por el derecho al matrimonio nos ha concienciado sobre la necesidad de trabajar a largo plazo por la abolición de la institución del matrimonio como elemento patriarcal y capitalista que se convierte en el resorte del sistema racializado, binarista, clasista y eurocéntrico.

Un futuro a largo plazo que algunos ya nombran como la “etapa postmatrimonio”, una nueva etapa de reflexión, debate y ubicación histórica que supone un gran reto para el movimiento LGTBIQ (recuperar la memoria histórica y sentar las bases para otra nueva hoja de ruta). Un nuevo ciclo social en el que habrá que compartir indignaciones, replantear metas y tender puentes con otros movimientos sociales afines para reconfigurar los medios de lucha y reivindicación, así como debatir sobre la necesidad de abrir un proceso constituyente y repolitizar el movimiento LGTBIQ.

Con el matrimonio igualitario encima de la mesa se abre una nueva etapa de ilusión, indignación y compromiso; un nuevo camino para compartir y plantear alternativas, proponer acciones. Una nueva etapa en la que, con la mente en la deconstrucción de la institución del matrimonio y su desmitificación, no podemos olvidar que el derecho al matrimonio no es equivalente al derecho de poder ejercerlo. Las condiciones sociales, culturales y demográficos de muchos pueblos y regiones del estado español dejan en papel mojado el derecho al matrimonio igualitario. Una cosa es tener pareja y querer casarse, y otra muy distinta es tener las condiciones contextuales necesarias para poder casarse y seguir residiendo dónde unx quiere. No hay un perfil de pareja LGTB homogénea para todo el estado español (urbanita, de clase media, etc). La realidad LGTBI en Galicia tiene puntos en común con la del País Valenciano o la de Euskadi pero también tiene muchas diferencias, (desiquilibrios territoriales evidentes) y son estas diferencias las que nos deben motivar para seguir a corto plazo reivindicando el derecho al matrimonio igualitario.

En esta nueva etapa “postmatrimonio” debemos sacar nuestra mirada de Madrid, Catalunya y Valencia y ponerla en Cantrabria, Galicia o Navarra. Ser solidarixs con personas LGTBI que residen en entornos rurales para, una vez desarrollada al 100% la igualdad legal, poder deconstruir todas juntas la institución del matrimonio en pie de igualdad.

Teniendo en cuenta que el matrimonio no es la panacea y que el estado español es plurinacional podremos acercanos mejor a la realidad rural LGTBI y dinamizar mejor el activismo LGTBIQ en aldeas y parroquias. Siendo fraternxs y empáticxs con otros pueblos del estado español nos daremos cuenta de que podemos deconstruir a largo plazo la institución del matrimonio tanto en cuanto la igualdad legal a corto plazo se haya desplegado al 100% por todo el territorio.


Publicado en Kaos en la Red